Te ofrezco, oh! Dios,
mi fortuna, mi tiempo, mi libertad,
mi reputación, mi cuerpo,
mi alma, mi vida;
me entrego todo, sí todo, sin excepción.
Dispón pues de mí
y de todo lo que es mío,
según te plazca.
Yo no tengo ahora otro pensamiento,
otro deseo,
que el de contribuir a tu gloria
según la medida completa de mis medios y mis fuerzas.