Hazme, Señor, samaritano
de los niños y jóvenes.
Que no dé rodeos ante ellos.
Dame, Señor ojos como los tuyos para verles
como tú los ves, con mirada limpia, positiva,
que descubra sus llamadas, sus pobrezas.
Dame un corazón que se conmueva
ante sus necesidades, sus heridas.
Haznos Señor, comunidad samaritana.
A todos los que recibimos la misión
de ser tus testigos, a través de la educación
para estos niños y jóvenes que tú nos envías,
danos, Señor, pies que se ponen en camino
para buscar a los más solos,
a los débiles y cansados.
Danos, Señor, manos que acogen y curan,
que saben estrecharse para expresar cercanía,
conducir y acompañar en el camino
y abrazar con cariño.
Danos, Señor, a todos los menesianos,
oídos atentos para escuchar tu Palabra.
y pon en nuestra boca una palabra oportuna
para a buscar juntos tu voluntad.
y ayudarnos a vivirla.