Te ofrezco, ¡oh Dios!,
mi fortuna, mi tiempo, mi libertad,
mi reputación, mi vida;
te entrego todo,
sí, todo, sin excepción.
Dispón pues de mí
y de todo lo que es mío
según te plazca.
No tengo ahora otro pensamiento,
otro deseo, que el de contribuir a tu gloria
según la medida completa
de mis medios y mis fuerzas.
(Juan María. Retiro sacerdotes de Saint Méen: Ploërmel, 1825)