EN LA NOCHE MÍRANOS,
DANOS TU MANO, SEÑOR. (2)
Libra mis ojos de la muerte
dales la luz que es su destino.
Yo como el ciego del camino,
pido un milagro para verte.
Haz que mi pie vaya ligero.
Da de tu pan y de tu vaso vaso
al que te sigue paso a paso
por lo más duro del sendero.
Que yo comprenda, Señor mío,
al que se queja y retrocede;
que el corazón no se me quede
desentendidamente frío.